Una cárcel con rostro humano

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La llegada del Lic. Benjamin Ozuna a la dirección de la penitenciaría regional de Ciudad del Este marcó un punto de inflexión en la historia de esta institución. Heredando un panorama desolador, con una infraestructura sobrepasada por la superpoblación y una cultura de corrupción arraigada, Ozuna se enfrentó a un desafío monumental. Sin embargo, en lugar de sucumbir ante la magnitud del problema, optó por abordarlo con determinación y empatía.

Al heredar una penitenciaría que era sinónimo de corrupción, Ozuna se propuso transformarla en un espacio donde la dignidad y los derechos humanos fueran prioridad. Su enfoque en mejorar las condiciones de vida de los internos, garantizar atención médica adecuada y promover actividades de rehabilitación y recreación, ha demostrado que es posible gestionar una institución penitenciaria con un enfoque humanitario.

A través de su liderazgo, Ozuna ha logrado involucrar a diversos actores sociales y políticos en la búsqueda de soluciones para los problemas estructurales que aquejan al sistema penitenciario. Su capacidad para establecer alianzas estratégicas y su compromiso con la justicia social han sido fundamentales para implementar cambios significativos dentro de la penitenciaría.

Es importante reconocer que el camino hacia una cárcel con rostro humano está lejos de ser fácil o exento de desafíos. Sin embargo, el ejemplo del Lic. Benjamin Ozuna demuestra que, con voluntad y un verdadero compromiso con los derechos humanos, es posible transformar incluso las instituciones más corroídas por la corrupción y el abandono.

En un contexto donde la justicia y la humanidad parecen estar en constante conflicto, el trabajo del Lic. Benjamin Ozuna nos recuerda que la verdadera rehabilitación y reinserción social solo pueden lograrse a través del respeto a la dignidad y los derechos fundamentales de cada individuo, incluso aquellos que han cometido errores graves.

La cárcel con rostro humano que Ozuna está construyendo es más que un ideal; es una necesidad imperiosa en una sociedad que busca la justicia y la reconciliación.

Su labor no solo beneficia a los internos y al personal penitenciario, sino que también nos desafía a todos a reflexionar sobre el tipo de sociedad que queremos construir, una en la que la compasión y la empatía sean los pilares de nuestra convivencia.

Benja, como es conocido, está haciendo un excelente trabajo.

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