Este 6 de enero, una crisis diplomática estalló entre Paraguay y Venezuela tras el reconocimiento oficial del gobierno paraguayo, liderado por Santiago Peña, a Edmundo González Urrutia como presidente electo de la República Bolivariana de Venezuela. Este gesto, según el comunicado emitido por la Presidencia de la República del Paraguay, se fundamenta en la “voluntad soberana del pueblo venezolano expresada el 28 de julio pasado” y reafirma el compromiso paraguayo con la democracia y el respeto a los derechos fundamentales.
Además, Paraguay exigió la salida del embajador Ricardo Capella y del personal diplomático venezolano acreditado en el país en un plazo de 48 horas. Esta decisión marca un fuerte posicionamiento de Paraguay en apoyo a sectores de oposición al gobierno de Nicolás Maduro, lo que, históricamente, ha generado divisiones en el escenario regional.
Respuesta venezolana: rechazo y ruptura de relaciones
El gobierno venezolano, por su parte, respondió de manera categórica. En un comunicado emitido desde Caracas, calificó las acciones de Paraguay como una “práctica fracasada” y comparó la postura de Santiago Peña con las iniciativas del extinto Grupo de Lima, aludiendo a lo que denomina la “ridícula aventura llamada Guaidó”.
El comunicado venezolano denuncia que Paraguay estaría subordinando su política exterior a los intereses de potencias extranjeras y promoviendo agendas que buscan desestabilizar los principios democráticos y la voluntad soberana de los pueblos libres. Ante esto, Venezuela anunció la ruptura inmediata de relaciones diplomáticas con Paraguay y el retiro de su personal acreditado en Asunción.
Impacto regional y repercusiones
Este intercambio de reconocimientos y acusaciones incrementa la tensión en las ya polarizadas relaciones internacionales de la región. Por un lado, Paraguay se alinea con los sectores que desconocen la legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro, mientras que Venezuela reitera su rechazo a cualquier intervención extranjera y denuncia una injerencia en sus asuntos internos.
La decisión de ambos gobiernos podría repercutir en foros internacionales y generar reacciones de otros países de América Latina, reavivando el debate sobre la soberanía, la democracia y el respeto al derecho internacional en la región.
Por ahora, el rompimiento de relaciones entre Paraguay y Venezuela pone fin a una etapa de diálogo diplomático, marcando un nuevo capítulo de tensión que podría escalar en los próximos días.



